viernes, 20 de marzo de 2020

Uso de mascarillas y guantes por parte de la población frente al coronavirus



El coronavirus no viaja por el aire, y sólo recorre por él la distancia -relativamente corta, al ser un virus "pesado"- de dispersión de las gotitas de saliva y "spray" al hablar, toser o estornudar. Por tanto, el virus puede llegar a nuestro organismo de dos formas: por el contacto directo de esas gotitas con nuestra boca, ojos o nariz, o por haber tocado algo adonde hayan llegado esas gotitas (y por tanto contaminado) y llevarnos después las manos a la cara.

Llevamos tiempo escuchando diversas opiniones sobre las diferentes medidas de protección que la población tiene para enfrentarse a esta epidemia por coronavirus, y lo cierto es que es un tema controvertido y delicado.

Lo más importante es quedare en casa, pero ocurre que hay sectores que las autoridades -de forma incomprensible- no han considerado parar, y otros han de trabajar sí o sí, o ha de salirse a por alimentos o medicinas y por tanto se puede producir contacto exterior con gente y con superficies. En esta entrada vamos a centrarnos en esas dos medidas que sirven para enfrentarnos -no sin cuidado- al contagio: los guantes y las mascarillas.




En lo referente a los guantes, es muy importante recalcar que no todos sirven de protección frente el coronavirus. Lo más importante es que sean desechables (de látex o nitrilo) para tirarlos inmediatamente después de utilizarlos, por lo que los guantes de tela, de lana, piel o algodón, quedan totalmente descartados. Aunque no se sabe a ciencia cierta, los científicos apuntan que el Covid-19 puede permanecer desde 8 horas hasta varios días en la ropa, especialmente en tejidos porosos como algunos tipos de poliéster.

Los de látex son los más conocidos y están disponibles en la mayoría de farmacias y grandes superficies. Son muy populares porque son cómodos y se adaptan fácilmente. Están indicados especialmente para tareas de limpieza o como protección frente a microorganismos. Por su parte los de nitrilo, que también son elásticos, son más resistentes y soportan más desgaste y rozamientos. Son los que utiliza habitualmente el personal sanitario para exploraciones, toma de muestras o manipulación de medicamentos.

A pesar de que los guantes protegen contra el virus, y en el caso del personal sanitario son imprescindibles, la OMS (Organización Mundial de la Salud) no recomienda su uso para la población en general porque dicen que “pueden dar un falso sentimiento de seguridad” que haga que las personas que los llevan bajen la guardia ante medidas de higiene más importantes como lavarse las manos.

Al principio de la entrada comentábamos sobre las formas de contagio. Sin duda, la principal es la de tocar algo infectado y llevarnos las manos a alimentos, a la boca, a ojos o a la nariz. Por esa razón, y  teniendo muy en cuenta que el lavado exhaustivo de manos, es imprescindible, el uso de guantes desechables es una opción a tener en cuenta se sale del entorno propio y hasta la vuelta, momento en que han de desecharse.




En lo que todos los expertos están de acuerdo es en insistir en quitárselos correctamente para no conseguir un efecto contraproducente y terminar con el virus en las manos. Además, es fundamental tirarlos siempre en una papelera o contenedor y a continuación volver a lavarse las manos.

En resumen, los guantes son una medida de protección a tener en cuenta para protegernos frente al contagio por contacto con superficies contaminadas. Son imprescindibles para el personal sanitario e interesantes para la población en general. Han de ser desechables, de látex o nitrilo, y deben quitarse de la forma adecuada para no contaminarse. El lavado de manos es imprescindible en todo momento, incluido tras la retirada de los guantes.

(Actualización Abril 2020: la vuelta de abastecimiento de hidrogeles en farmacias y supermercados hace innecesario el uso de guantes a la población en general, siendo más práctico e interesante el llevar siempre encima algún pequeño frasco con solución hidro alcohólica que permita llevar una correcta higiene de manos. El uso de guantes puede producir una falsa sensación de seguridad, por lo que es preferible el lavado de manos con jabón o en su defecto el uso de los mencionados hidrogeles).

Las mascarillas, por su parte, son otra medida a tener en cuenta, y también ofrece controversias.




Lo primero que debemos conocer es cuáles son los principales tipos de mascarillas y la protección que ofrecen:
  • mascarilla quirúrgica IIR (no EPI Equipo de Protección Individual, de acuerdo con el Real Decreto 773/1997) y que es la que habitualmente vemos en ambientes clínicos. Tiene como objetivo proteger al paciente de una posible contaminación por parte del personal sanitario, y que el aire exhalado sea filtrado lo máximo posible para evitar contaminar a las personas que tenemos cerca. No está diseñada para filtrar el aire inhalado, por lo que no es considerada EPI porque no busca filtrar el aire que respiramos, sino filtrar el aire que expulsamos durante la respiración, al toser o estornudar. En resumen, sirven para intentar no contagiar, apenas sirven para no ser contagiado.
  • mascarilla EPI (equipo de protección individual) cumple otros requisitos de control y normas (Real Decreto 1407/2009), porque su finalidad es filtrar el aire inhalado, evitando que los contaminantes entren en nuestro sistema respiratorio. Son las FFP (Filtering Face Piece).
    • nivel FFP1: la más parecida a la mascarilla quirúrgica, es capaz de filtrar partículas y aerosoles (micro gotitas). Tiene un 78% de eficacia de filtración mínima, 22% de fuga hacia el exterior. Protege de residuos no tóxicos y no fibrogénicos de polvo o aerosoles. Impide que se inhalen estos y los olores molestos.
    • nivel FFP2: 92% de eficacia de filtración mínima, 8% de fuga hacia el exterior. Igual que la anterior ofrece protección frente a residuos no tóxicos, sí frente a elementos fibrogénicos. De esta manera, impide que inhalemos fluidos tóxicos de polvo, aerosoles y humos. 
    • nivel FFP3: 98% de eficacia de filtración mínima, 2% de fuga hacia el exterior. Actúa contra distintos tipos venenosos y tóxicos de polvo, humo y aerosoles. Es eficaz contra bacterias, virus y esporas de hongos.

Respecto al contacto directo con las mencionadas gotitas, es por lo que resulta imprescindible guardar una distancia de seguridad, ya que respetándola es por lo que se dice que la mascarilla no es imprescindible para no contagiarse. La OMS (Organización Mundial de la Salud) recalca que, aunque las mascarillas pueden reducir el riesgo de contagio de infecciones respiratorias, en el caso de coronavirus, solo recomienda su uso a personas que tienen síntomas, infecciones respiratorias como neumonía o patologías previas grave, y siempre bajo indicación de un profesional sanitario, para no contagiarse más. Y es que una mascarilla, mal utilizada puede ser contraproducente.

Oficialmente se está hablando de una distancia de seguridad de 1 metro, pero lo realmente recomendable sería no menos de unos 4 metros, lo cual no es fácil de cumplir.

PROBLEMA: la OMS no recomienda usarla a personas "sanas", pero ¿cómo se puede saber quién está sano o infectado con un tipo de virus como el COVID-19 que es capaz de contagiarse durante la incubación y en casos (muy numerosos) de personas asintomáticas -o sea, que tienen la "suerte" de no notar síntoma sospechoso alguno- cuando las autoridades llevan tiempo negándose (estrategia contraria a la empleada en otros países a los que el resultado les ha ido o está yendo mucho mejor que al nuestro) a realizar test masivos de infección en contra de las recomendaciones de la propia OMS?. Esto supone una contradicción.

La recomendación más lógica sería la de usar la mascarilla (usando el tipo adecuado en cada caso) cuando sea posible (para el personal sanitario sería siempre) y siguiendo las instrucciones para su correcto uso. Y decimos que sea posible porque los abastecimientos de mascarillas, no sólo para la población sino -lo que es más preocupante- para el personal sanitario está siendo un problema, fruto sin duda de la falta de previsión de nuestras autoridades.

El uso correcto de mascarillas, en todos los casos requiere de precauciones. Las de un sólo uso deberían ser para un sólo uso. Desgraciadamente, el desabastecimiento está obligando a su reutilización, lo cual también podría resultar contraproducente y peligroso. No debe tocarse jamás la mascarilla por su parte externa, si se hace debe lavarse inmediatamente las manos. Sólo debe tocarse por las gomas para ponerla y quitarla. Cuando se empleé en contacto cercano con alguien infectado o sospechoso de estarlo, lo ideal sería eliminarla y lavar las manos.

El orden lógico de prioridad en el uso de mascarillas sería:

  1. Personal sanitario y sociosanitario: mascarilla siempre en su trabajo. Todas sus mascarillas deberían ser EPIs (FFP3, o según el caso FFP2 ó FFP1, cada cual adecuado a necesidades del servicio). Se tienen que enfrentar continuamente a infectados o posibles infectados, y ven a otros enfermos o personas mayores o dependientes con perfil de riesgo frente a esta infección. 
  2. Personas con perfil de riesgo: mascarilla por prescripción médica los inmunodeprimidos, personas con problemas respiratorios (EPOC, asmas, etc.), etc. Y mayores de 65 años cuando se estime conveniente y siguiendo estrictamente las instrucciones de manipulación. Mascarilla FFP2 ó en su defecto FFP1
  3. Personas con síntomas o sospecha de infección: mascarilla siempre, tipo IIR quirúrgica o FFP1, para evitar el contagio a los demás, siguiendo estrictamente las instrucciones de manipulación.
  4. Personas sin síntomas (hablamos del resto de la población, por el mero hecho de la gran cantidad de gente asintomática que podría estar infectando a todo el mundo sin saberlo, y que ante la inexistencia de test masivos, puede ser absolutamente cualquiera): interesante (siguiendo estrictamente las instrucciones de manipulación) el uso de mascarilla IIR quirúrgica, para evitar que si son asintomáticos o están incubando, infecten a los demás.

Ante la falta de suministros, son muchas personas o empresas que, de forma altruista, están fabricando mascarillas en materiales como papel o tela. Serían un equivalente a las IIR quirúrgicas, y serían especialmente útiles por lo ya comentado: para intentar no contagiar a otros en caso de que lo estemos (recordemos que cualquiera podríamos estar infectados al no realizarse test a la población). Menos es nada, pero la Administración debería tomar buena nota de lo que supone la falta de previsión. Las que requieran ser reutilizadas deberían de pasar por un lavado en agua con lejía.

En resumen, el uso de mascarillas por parte de los sanitarios es imprescindible, y recomendable actualmente entre buena parte de la población (recalcando la importancia de seguir estrictamente las instrucciones de uso). Quien disponga de mascarillas parece interesante que las utilice cuando deba moverse entre gente, especialmente para no contagiar a nadie si somos portadores asintomáticos o tenemos algún síntoma sospechoso, pero utilizándolas con sumo cuidado, como antes hemos comentado. Si no se pueden disponer de mascarillas no hay que agobiarse porque como estamos reiterando, para la población es una medida para no contagiar a los demás, no para no contagiarse uno, por lo que lo fundamental es quedarse en casa, guardar la distancia cuando no queda más remedio que salir y, sobre todo, lavarse muy bien las manos.

(Actualización Mayo 2020: las mascarillas, hasta el momento, sólo han sido declaradas de uso obligatorio cuando se utilicen medios de transporte. Sin embargo, las estrategias que se han demostrado exitosas frente al coronavirus son las de países orientales, y entre ellas la de uso obligatorio de mascarilla. Como ya se ha mencionado antes, la población en general bastaría con que utilizara la mascarilla quirúrgica, para así dejar las de más alta eficacia para el personal sanitario. No obstante, la falta de obligatoriedad y la irresponsabilidad de algunos, hace que quienes lleven la mascarilla quirúrgica puedan estar protegiendo a los demás, pero no a sí mismos. Por tanto, la actitud más coherente y responsable sería la de hacer obligatorio el uso de mascarilla, pero mientras eso no sea así, que cada uno se proteja con la mejor mascarilla posible de acuerdo a las circunstancias. Y mientras todo eso no suceda, actuemos con responsabilidad y respeto: pongámonos las mascarillas para protegernos todos).


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